
La sanguijuela medicinal europea (Hirudo medicinalis), también conocida como sangonera, sanguisuela, sanguja o chupasangres es un anélido o gusano anillado de la familia Hirudinidae, que se distribuye por gran parte de Europa, siendo su hábitat el agua dulce. Se alimenta de sangre (es “hematófago”). es la especie más famosa de las numerosas especies de sanguijuelas, difíciles de distinguir a simple vista. Su cuerpo llega a medir hasta 30 cm.
La primera descripción de la terapia con sanguijuelas, se encuentró en Sushruta Samhita (año 800 aC) escrito por Sushruta, que fue considerado el padre de la cirugía plástica. Las utilizaba para tratar algunas enfermedades de la piel, la ciática y dolores musculoesqueléticos.
En la edad media su uso era muy común para realizar sangrías, como procedimiento para equilibrar los humores del cuerpo. Fue tal el abuso en la aplicación de las sangrías, que durante siglos quedó desterrada de la práctica médica.
Volvió a tener un campo de aplicación en la en la microcirugía, durante la década de 1970, utilizándose para estimular la circulación y salvar los injertos de piel y otros tejidos amenazados por la congestión venosa postoperatoria.
La saliva de la sanguijuela produce, localmente, un efecto anestésico local, antiinflamatorio y vasodilatador, por lo que se emplea en: varices, calambres musculares, tromboflebitis, y osteoartritis. La complicación más frecuente es la prolongación del sangrado (que puede ser fácilmente tratada), las reacciones alérgicas y las infecciones bacterianas.