
Son muchas las opciones que ofrece el mercado en cuanto a aceites y grasas comestibles que utilizamos normalmente en la cocina, algunas son de fuente animal, también de origen vegetal e incluso mezclas.
Nuestro deseo siempre es orientarles para elegir la opción más saludable, pues recordemos que el principal componente del aceite son los lípidos o grasas y por esta razón hay que ser precavidos en su consumo.
Las grasas animales se obtienen mayoritariamente a partir de depósitos adiposos de determinados animales, se les consideran como parte de esta categoría, a la manteca de cerdo, el sebo del ganado vacuno y de cerdo, la mantequilla y los aceites marinos.
En el caso de las grasas vegetales, se obtienen al ser extraídos mediante procedimientos como la presión, fusión o extracción, a partir de frutos y de semillas oleaginosas.
En cuanto a las grasas en estado liquido, mejor conocidas como aceite, estas se dividen en aquellas provenientes de semillas y las extraídas de las grasas de frutos.
El Chico “malo” de los aceites
El aceite de palma, su origen es poco conocido, pero se produce a partir de los frutos de la palma africana, cuyo nombre científico es Elaeis guineensis, el cual se cultiva principalmente en países como Brasil o Tailandia.
Su uso no solo está dirigido para el consumo alimenticio, sino que además lo emplea la industria cosmética y la farmacéutica, utilizándolo para la creación de cremas y otros productos de belleza.
Son muchos los productos procesados que contienen aceite de palma entre sus ingredientes, y cabe esa afirmación de que la mayoría de las comidas que nos parecen más sabrosas, contienen ingredientes poco saludables.
En el caso de este aceite, se recomienda tener especial atención en cuanto a su consumo, ya que algunos estudios aseguran que afecta negativamente la salud humana, provocando el aumento del colesterol y por ende el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
El principal problema con el aceite de palma está en su composición, pues está hecho de un 50% de grasas saturadas, las cuales están vinculadas con la aparición de problemas cardiovasculares y el aumento del colesterol “dañino” (LDL) y la reducción del “bueno” (HDL).
Cabe destacar que pese a ciertas características desfavorables del aceite de palma, su consumo no es nocivo o tóxico para el organismo, simplemente debe controlarse sus niveles de consumo a fin de evitar problemas de salud.
Sin embargo, en materia de rendimiento y precios, es donde este aceite se destaca en la preferencia de los consumidores, quienes priorizan su bajo costo antes que los efectos secundarios en la salud, afectando principalmente a las economías del tercer mundo.
En los últimos años se ha creado consciencia sobre sus efectos negativos en el organismo, lo que ha llevado a que muchas cadenas de supermercados y abastos, hayan dejado de vender productos que contengan aceite de palma e incluso a nivel industrial se viene remplazando por otros tipos de aceite vegetal.
El Chico “bueno” de los aceites
Así como existen muchos detractores del aceite de palma, hay muchísimos fanáticos del llamado “oro líquido”, calificativo atribuido al aceite de oliva. La razón obedece a su riqueza en propiedades nutricionales que benefician tanto en lo interno como externamente.
Son tantos los beneficios que se le atribuyen, que se dice es bueno tanto para el organismo, como para el cabello y hasta la piel. Es decir, no sólo es recomendable su consumo por cuestiones de paladar, sino por los aportes que realiza a la salud.
Entre sus múltiples beneficios destacan su capacidad para controlar el colesterol en el organismo humano, gracias al ácido oleico que posee en su composición. Además de antioxidantes útiles para evitar el envejecimiento, por lo cual es empleado para corregir las líneas de expresión del rostro.
El aceite de oliva es un invitado de lujo en todos los países del mundo, especialmente representa un producto estrella en la dieta del mediterráneo, su única desventaja en comparación a otras grasas menos saludables, radica en su alto costo.
Su precio de venta sigue siendo elevado en comparación a otros aceites de origen vegetal, debido a que se le considera beneficioso para el organismo, sumado a que para su producción se amerita mucha más dedicación, pues para su elaboración se requiere seguir pasos tradicionales.
Algunos beneficios atribuidos a su uso
– El aceite de oliva es un protector cardiovascular de origen natural.
– Es capaz de disminuir las tasas de colesterol malo y aumentar el colesterol bueno.
– Previene la muerte de células gracias a que cuenta con antioxidantes que actúan como protectores para la piel.
– Evita la hipertensión, es decir, la presión arterial alta y previene las enfermedades del corazón.
– Estimula el trabajo de la vesícula biliar.
– Contribuye en la mejora de la digestión.
– Puede evitar y prevenir la aparición de ciertos tipos de cáncer.
– Favorece la absorción de calcio, estimulando así el desarrollo y el crecimiento del organismo.
– Se emplea para la realización de masajes para mejorar la salud de la piel.
– Es útil incluso para el cabello, aplicándose en las puntas como sérum reparador.
La naturaleza es muy sabia y nos ha suministrado los recursos necesarios para nutrirnos adecuadamente, por ello, la decisión es nuestra y se basa en la capacidad de determinar la opción más conveniente para darle gusto a nuestros platillos, pero sin que ese placer cause daños a nuestra salud.
Autora: Edith Gómez Benítez, editora en Gananci