Al quedar embarazadas, es normal que muchas futuras mamás se replanteen sus hábitos. La responsabilidad de llevar otra vida en su interior intensifica el interés por estar lo más sanas posible. Es normal que se revisen los hábitos alimenticios, las rutinas de sueño y las de ejercicio físico.
Entre las muchas preocupaciones que surgen está la relativa a los niveles de colesterol. Es sabido que unos niveles elevados de este tipo de lípido están relacionados con múltiples problemas cardiovasculares.
Debemos conocer que se suele diferenciar entre el colesterol LDL (conocido vulgarmente como el colesterol “malo”) y el HDL (también vulgarmente conocido como el colesterol “bueno”). Esta manera coloquial de llamarlos hace que se piense que son necesarios unos bajos niveles del primero y unos altos niveles del segundo.
Pero, como todo en el cuerpo humano, no es tan sencillo. El colesterol es un tipo de lípido absolutamente necesario para el organismo. Es un componente de las membranas celulares y un precursor de las hormonas sexuales, la vitamina D, las sales biliares y otras hormonas como el cortisol y la aldosterona.
Niveles de colesterol previos al embarazo
A lo largo de las distintas etapas del embarazo, las necesidades de la mujer varían, incluyendo los niveles necesarios de lípidos para el crecimiento del feto.
En la primera fase de la gestación, se incrementan los depósitos de grasa de la mujer, así como su sensibilidad a la insulina. Por el contrario, en la última fase del embarazo ocurre un estado catabólico de esos depósitos de grasa y una mayor resistencia a la insulina, por lo que aumenta el contenido de ácidos grasos en la sangre de la mujer.
Este fenómeno, conocido como hiperlipidemia, puede acarrear complicaciones tanto para la embrazada como para el feto, sobre todo en el caso de que previamente al embarazo la mujer ya presentara unos niveles excesivos de colesterol en sangre.
Por ello, si una mujer quiere quedarse embarazada, debe controlar su dieta y sus niveles de colesterol en previsión a un embarazo más sano y a reducir los riesgos tanto para sí misma como para su bebé.
En cuanto al colesterol LDL, se considera excesivo si es superior a 190 mg/dL, pero hay que tener muy en cuenta que estos niveles pueden variar según la edad, el consumo de tabaco o alcohol, la presencia o no de hipertensión arterial y antecedentes familiares de hipercolesterolemia y el nivel del colesterol HDL.
En cuanto al colesterol total, se considera que existe un riesgo bajo de problemas vasculares si está por debajo de 200 mg/dL; un riesgo medio si está entre 200 y 300 mg/dL, y un riesgo alto si es mayor de 300 mg/dL.
Regular el colesterol antes y durante la gestación
Sin duda, cuanto mejor sea la salud de la madre antes del embarazo, menores serán los riesgos que deba afrontar cuando esté esperando a su bebé. Por ello, lo primordial es incorporar hábitos saludables de manera continuada, no de modo excepcional durante unos meses, sin desatender los cuidados especiales que la gestación requiere.
Algunos de los hábitos más beneficiosos que podemos incorporar a nuestra vida para mantener el colesterol en niveles sanos son los siguientes:
- Realizar un chequeo anual para supervisar nuestro estado de salud y los niveles de algunas sustancias relevantes, como el colesterol. Sin saber de qué estado partimos, es difícil trazar planes.
- Mantener a raya la ingesta de alimentos procesados y de fabricación industrial.
- Hidratar de modo natural nuestro cuerpo, limitando o eliminando las bebidas azucaradas.
- Incorporar a nuestra dieta alimentos que ayudan a regular el colesterol.
- Combatir el sedentarismo incorporando una rutina de ejercicios de varios días a la semana.
- Dormir las horas suficientes.
En todo caso, siempre es adecuado consultar con el profesional médico y dietista para comprender mejor el estado de nuestro organismo y tomar las medidas oportunas. El embarazo es un momento crucial en la vida de la madre y de su futuro hijo, por lo que toda ayuda es bienvenida.
María José Madarnás, editora de Maternidad Fácil.